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Pues no sabría decir exactamente cómo empezó todo…
Supongo que cada uno de nosotros tenemos algo que nos hace sentir bien, algo innato, que nos nace de dentro, no sabes por qué haces algo, sólo lo haces, te reconforta, te apasiona…

La afición que tengo a trabajar con las manos me viene de mi abuela materna, Carmen, le encanta hacer de todo, es un auténtico culo inquieto todavía a su edad. Lo mismo fabrica una falda, que pinta una ventana, que hace una empanada. Suena gracioso pero es exactamente así. Me parezco mucho a ella. De lo que estoy tremendamente orgullosa.

Uno de los primeros recuerdos que tengo de mis pinitos con la costura fueron con ella. Cuando se iba a trabajar me ponía a intentar coser con su vieja Singer, el caso es que no conseguía coger el ritmo del pedal y enredaba el hilo en la canilla. Luego cuando ella la tocaba, veía que estaba enredada y me preguntaba:

– ¿Nere, anduviste en la máquina de coser?
– No Yaya, le contestaba, jeje.

Hasta que un domingo cansada de que se la liara, me enseño a coser, tendría unos 8 años. A partir de ahí los trajes de las muñecas eran mucho más chulos y elaborados.

Durante un par de años estuve fabricando bolsos de tela que vendía en una tienda de mi pueblo, tendría alrededor de 17 años. Me fabricaba mi propia ropa, me encantaba y aunque daba muchísimo trabajo no tenía ningún conocimiento, más que lo que me decía mi intuición.

Después de muchos años trabajando para otros, me di cuenta de que mi camino era otro, quería emprender, hacer realidad mi sueño, debía cambiar las cosas…

Al final los años van pasando y si no lo intentas te quedarás con ese «ruxe,ruxe» toda la vida.
En mis ratos libres fabricaba bolsos y mochilas que vendía a algunas tiendas, funcionaban muy bien, en parte fué lo que me llevó a pensar que podía funcionar, por qué no.
La decisión fue muy difícil, muchísimas vueltas a la cabeza, el miedo al fracaso, las inseguridades de emprender un negocio, en fin… largas noches sin dormir.

Ahora comenzando esta andadura con casi dos años funcionando, no me arrepiento lo más mínimo, pase lo que pase a la larga, tengo la total convicción de que hice lo correcto. Así que si alguien esta en mi misma situación, que no lo dude. Salen cosas mucho más bonitas desde el corazón. Que aunque suene a tópico la vida son dos días.

Hace mil años me imaginaba trabajando en un sitio amplio, iluminado, compartiendo espacio con gente dinámica, enérgica, llena de ideas locas que se convierten en realidad… No tenía ni idea de que esa idea se convertiría en Dona Formiguinha.
Es exactamente con lo que soñaba. Ahora pienso que cuando visualizas algo claramente es porque ya está creado en un futuro próximo.

Con Dona Formiguinha pretendo crear una marca de referencia, vendiendo productos de calidad, exclusivos y lo más sostenibles posible. Un espacio de compra en el que te sientas a gusto, que puedas llevarte un producto fabricado a mano o fabricarlo conjuntamente conmigo de forma personalizada, que puedas ver cómo se fabrica y que también puedas fabricarlo tú en alguno de los talleres que se imparten.

En el espacio Dona Formiguinha convergen
tres ambientes diferenciados:

El primero es una tienda de productos artesanos

mayoritariamente artesanía de Galicia, se venden artículos de fabricación propia fabricados en el obrador y también los de otros compañeros artesanos.

En la parte central del espacio está el obrador

dónde fabrico algunos de los productos que podéis ver en la web, artículos de piel y cuero mayoritariamente, además de las colecciones que salen de mi cabeza, también me encanta ponerle forma a las ideas de mis clientes de forma personalizada.

Finalmente tenemos un espacio en el que se imparten talleres de formación

de trabajos en cuero, estampación orgánica, técnicas de acuarela, la dinámica va cambiando. También para niños, entre tú y yo, son los que más me gustan, me encanta ver las caras que ponen, la atención con la que me miran, su creatividad, las ganas de hacer, los próximos diseñadores que marcarán tendencia.
Algo que suelo tener muy en cuenta es que es un lugar en el que todos aprendemos de todos.